Sufro Hiperacusia, ¿ahora que?
📢 Hiperacusia, alertas meteorológicas y el caos del ruido en España
Hoy quiero hablaros de un tema que no solo me afecta a nivel personal, sino que creo que pone de manifiesto lo mal que se hacen muchas cosas en este país cuando se trata de integrar tecnología y salud. Hablamos de la hiperacusia, una condición auditiva que me acompaña desde hace años y que se ha vuelto especialmente molesta por el mal uso de sistemas como las alertas meteorológicas.
⚠️ Las alertas de Dana: un despropósito tecnológico
El detonante de todo fue una alerta meteorológica por posible Dana en Barcelona. Una tormenta de verano intensa durante unos quince minutos, sin consecuencias graves. Sin embargo, el sistema de alertas sonó en medio de una reunión familiar, y de 12 personas presentes, sólo una recibió el aviso.
El sonido era tan estridente y desconcertante que pensábamos que era el extractor o un detector de incendios. Acabó siendo el móvil de mi suegra con el clásico pitido apocalíptico. Resulta preocupante que un sistema de alerta sea tan poco fiable, disparé a veces y ausente en otras.
😖 Vivir con hiperacusia: una lucha diaria con los sonidos
La hiperacusia no es solo sensibilidad al ruido: es una sobrecarga mental y física provocada por sonidos cotidianos. En mi caso, un aire acondicionado mal instalado en el patio interior de casa se convierte en una tortura constante. Lo que para otros es un zumbido de fondo, para mí es una agresión continua.
El resultado: auriculares, tapones, y un malestar que se acumula. Esta tensión acaba afectando a otros aspectos de mi salud, como brotes de psoriasis o estados de ansiedad. Es un desgaste invisible, pero muy real.
📱 El absurdo de las alertas que no respetan configuraciones
Aquella alerta no solo fue innecesaria, también se saltó todas las restricciones que yo tenía en el móvil: está en silencio permanente y tengo las alertas desactivadas. Sin embargo, el sistema las forzó, con un tono que generó pánico general en la tienda en la que estábamos.
Si he desactivado conscientemente un tipo de alerta, no debería sonar bajo ningún concepto. Es una vulneración de mis preferencias como usuario y, en mi caso, un ataque directo a mi bienestar.
🚨 Cuando «el bien común» olvida a algunos
El ejemplo más claro lo tenemos en los semáforos sonoros. Se instalan para ayudar a personas ciegas, pero sin considerar el impacto que tienen sobre quienes tenemos sensibilidad auditiva extrema. Existen alternativas: dispositivos que vibren, aplicaciones móviles personalizadas…
Pero no, se prefiere una acción visible y sonora, aunque moleste a otros colectivos. Y eso, en vez de ser inclusión, es un olvido selectivo.
🧠 Sobreviviendo al ruido (y a la incomprensión)
Muchos ni siquiera saben lo que es la hiperacusia. Yo mismo la he sufrido sin diagnóstico durante años, asumiendo que el malestar era normal. El ruido excesivo durante mi juventud, ya fuera en fábricas o con auriculares, pudo ser la causa. Ahora convivo con un pitido constante en ambos oídos que forma parte de mi día a día.
Tampoco hay tratamiento definitivo. Sólo formas de adaptarse: terapias de reentrenamiento auditivo, apoyo psicológico o, simplemente, mucha paciencia. Lo peor no es el pitido, es la falta de comprensión y la invisibilidad.
✅ Pros y ❌ Contras
✔️ Se visibiliza un problema real como la hiperacusia
✔️ Se denuncia un sistema de alertas mal diseñado
❌ Falta de sensibilidad hacia colectivos minoritarios
❌ Tecnología mal aplicada que hace más daño que ayuda
❌ Ruido urbano no regulado que empeora la calidad de vida
💬 Conclusión
No se trata de ir en contra de las alertas ni de la tecnología. Se trata de hacer las cosas bien, pensando en todos. Si algo puede evitar una tragedia, perfecto. Pero si lo haces mal, puedes estar creando pequeñas tragedias diarias en la vida de muchos.
Es momento de que se nos escuche, irónicamente, a los que no podemos soportar el ruido. Porque vivir rodeado de estridencias que otros deciden por ti, no es una solución. Es otra forma de exclusión.
