No lo quieren hacer fácil

Hoy quiero compartir una reflexión sobre varias experiencias recientes que dejan en evidencia la falta de soluciones prácticas y creativas en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. En un mundo donde la tecnología está tan presente, sorprende encontrar tantas torpezas que complican lo que debería ser fácil.


Juegos de mesa: tradición y frustración

En muchas familias, las navidades son el momento perfecto para disfrutar de juegos de mesa, mezclando tradición con modernidad. Nosotros priorizamos a Papá Noel para que los regalos se disfruten antes de volver al colegio. Este año, tres juegos de mesa llegaron a casa, pero dos de ellos resultaron ser un desafío, no por su jugabilidad, sino por sus instrucciones poco claras.

¿Por qué no incluir un código QR con un video explicativo? Es una solución fácil y gratuita que mejoraría la experiencia del usuario sin necesidad de complicados manuales. En su lugar, tuvimos que recurrir a YouTube, buscando tutoriales entre un mar de versiones y variantes de los juegos.


Códigos QR: soluciones prácticas que no se aprovechan

Soy un fiel defensor del código QR como herramienta para simplificar tareas cotidianas. Ya es común verlo en routers para conectarse al WiFi sin necesidad de introducir largas contraseñas. Sin embargo, su implementación sigue siendo limitada en sectores clave, como la paquetería.

Por ejemplo, el sistema actual de entrega de paquetes resulta inseguro. Repartidores no autorizados piden datos personales como el DNI, lo que supone un riesgo para nuestra privacidad. ¿Por qué no implementar un código QR personalizado que valide las entregas de forma rápida y segura? Esto no solo protegería nuestros datos, sino que también mejoraría la eficiencia del servicio.


Cash Converters: reflexiones sobre seguridad

Estas navidades decidí vender mi antigua televisión en Cash Converters tras comprar una nueva. Aunque el proceso fue sencillo y satisfactorio, me llamó la atención la cantidad de objetos de procedencia dudosa que se compran y venden allí.

Un sistema de validación mediante códigos QR podría reducir el comercio de productos robados. Los usuarios podrían registrar y transferir la propiedad de artículos de forma rápida y segura. No harían falta ni datos personales, simplemente confirmar que no es un producto robado o perdido. Esta solución no solo mejoraría la trazabilidad, sino que también fortalecería la confianza en este tipo de negocios.


Por todo ello…


Asumo, sin rodeos, que soy una persona extremadamente maniática. Cada detalle cuenta, desde cómo coloco los cubiertos en el lavavajillas, con la parte honda apuntando al fondo, hasta cómo debe estar el papel higiénico: siempre hacia afuera, nunca rozando la pared. La televisión, por supuesto, en números pares. Y aunque pueda parecer insignificante, estas pequeñas obsesiones me recuerdan constantemente algo más grande: lo mucho que nos complicamos la vida en cosas que podrían ser tan sencillas.

Desde un «abre fácil» que no cumple su promesa, hasta sistemas diseñados sin pensar en la comodidad de quien los usa, nos enfrentamos a un sinfín de pequeños obstáculos que, con algo de ingenio, serían fáciles de evitar. La falta de compromiso, de interés o de creatividad detrás de tantas decisiones me toca la moral, pero también me hace valorar lo importante que es cuestionar lo cotidiano. Algo tan simple como usar correctamente los códigos QR podría ahorrar molestias y mejorar la experiencia del usuario. Es totalmente gratuito, ya que generar un QR y subir un video tutorial a YouTube, son dos pasos gratuitos que facilitarían muchísimo las cosas.

Quizá mi perspectiva maniática no sea para todos, pero espero que estas reflexiones ayuden a encender una chispa: la de hacer más fácil lo que hoy parece complicado. Porque en un mundo que ya tiene sus propias complejidades, lo último que necesitamos son problemas innecesarios por falta de ganas de hacerlo bien.

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